April 18, 2024

Sería pretencioso de mi parte decir que conocí Brasil, un país de una extensión de 8.515.767,049 km2, el país más grande de América del Sur. Pero ciertamente fue una gran oportunidad conocer dos de sus ciudades más importantes: Sao Paulo y Río de Janeiro.

Sao Paulo es la ciudad comercial por excelencia de Brasil, donde tienen lugar los grandes negocios. Una gran cantidad de edificios corporativos, los grandes centros comerciales, un lugar de mucho movimiento, de compras, donde sus mujeres visten con gran estilo, y hay un culto al buen vestir, hasta para ir de compras. En esta ciudad de más de 12 millones de habitantes, 1 millón son ricos y millonarios. La otra parte está dividida en clase media baja y clase media alta.

En mi recorrido junto a amigas en la temporada otoñal pudimos apreciar diferentes centros, ferias, donde se pueden adquirir elementos propios de la cultura brasileña, su joyería, en la que la amatista ocupa un lugar especial, no hay que olvidar que Brasil es un país aún rico en joyas preciosas, en la época colonial, la extracción de diamantes ocupó un lugar importante en su economía. Mención especial merece el Museo de Arte de Sao Paulo (MASP), uno de los más importantes del mundo. Obras de los más reconocidos artistas del siglo XVII al XX como Vincent Van Gogh, Cézanne, Rodin, entre otros, pueden ser apreciadas. Yo de verdad aquí quedé fascinada, tantos niveles y apreciar tantas obras artísticas, me resultaron una vivencia muy especial, sobre todo el bloque dedicado al arte sagrado.

Hay más de 5,000 iglesias en Sao Paulo, muchas con grandes historias de la época colonial y también rodeadas de lujo. Merecen mención especial, la catedral de Fátima, la principal de Sao Paulo y la iglesia Nuestra Señora de Brasil.

Recorriendo sus calles se pueden contemplar también monumentos dedicados a los que dieron forma a lo que hoy es Brasil como el Monumento de los Bandeirantes, monumento a Pedro Álvarez Cabral (colonizador de Brasil) y el monumento a la fundación de la ciudad de Sao Paulo.

Lo que hay mejor de Brasil está en Sao Paulo en cuanto hospitales, cultura, negocios. Ya la ciudad no tiene espacio para crecer horizontalmente, sólo hacia arriba. La avenida Paulista, una de las más concurridas, yo disfruté de ese aire otoñal que no vivimos de este lado del Caribe.

Es una ciudad para comprar, para admirar los grandes centros corporativos, para ver el desarrollo de la economía brasileña.

Río de Janeiro – Disfrute, playa, sol

Mi estadía fue en Barra de Tijuca, lugar privilegiado para la clase social alta, ciudad donde residen muchos famosos actores brasileños, aunque no me encontré con ninguno. Me encantó disfrutar de la playa Pepê, la cual teníamos justo frente a nuestro hotel. Disfrutar de un azul intenso tan diferente al del Mar Caribe que vivimos los de América Central es de considerar. Aquí la gente acude a la playa sin ser una ocasión especial, y disfrutan también de los chiringuitos donde preparan todo tipo de bebidas locales, yo no desperdicié oportunidad de beberme unas buenas caipiriñas.

El encanto que siempre nos hacen llegar a través de los diferentes medios sobre las playas de Copacabana e Ipanema, es real, son lugares hermosísimos.

El haber sido parte de un recorrido privilegiado en la mayor de joyas preciosas HSTERW fue una de las más grandes experiencias que también pude disfrutar. Brasil es el mayor productor mundial de piedras preciosas, están todas presentes, a excepción del rubí. Ahí me probé un anillo que si se me hubiera caído, hubiera tenido que quedarme a vivir allí para pagarlo con trabajo de por vida.

No se puede dejar de visitar el Sambódromo por supuesto, sede del emblemático carnaval de Río y una de las grandes obras diseñadas por el famoso arquitecto Oscar Niemeyer, aunque claro no es lo mismo verlo vacío fuera de fecha, que con la magia del carnaval, espero volver en esa temporada y subirme a una de las carrozas de las escuelas famosas.

En Río de Janeiro también están presentes muchas templos de grandes estructuras, la catedral de Barrio Lapa, la de San Sebastián, la iglesia Nuestra Señora del Carmen, ésta última tiene en estilo rococó, ornamentos en dorado con fondo blanco se destacan, aquí se consagraron a Pedro I y Pedro II como emperadores de Brasil, fue la catedral de la ciudad hasta 1976. Pude apreciar también el emblemático edificio en forma de cruz de la multinacional Petrobras.

Como colofón, subir al Teleférico y ver el Pan de Azúcar es memorable y llegar hasta donde está el famoso Cristo de Corcovado es algo que no debe faltar en una visita, su altura, majestuosidad, sientes que te está recibiendo con los brazos abiertos.

Y así espero regresar a Brasil nuevamente para conocer de sus demás ciudades, cada una con una particularidad especial, una vez no es suficiente.

Gastronomía

Aunque muchos autores e historiadores no se han puesto de acuerdo, algunos consideran a Brasil por su cultura, parte del Caribe. Y un elemento parecido precisamente a estos países de lo que tradicionalmente denominamos Caribe es su gastronomía.

El arroz, la feijoada (plato de frijoles negros abundante con el cerdo, la farofa (acompañante hecho de la yuca), las carnes como el churrasco, y los famosos rodizios, los pescados y mariscos frescos en las zonas costeras, desde los kioscos informales a orillas de la playa a restaurantes, todo con gran sabor, como acostumbramos los caribeños.

Algunos detalles de la población de Brasil que me llamaron la atención:

-La gente hace ejercicio a toda hora, hasta en la noche, esto lo vi más en Río. Un gran culto al cuerpo, carriles exclusivos para bicicleta.

-Las parejas de todas las edades, etnias y géneros se demuestran su afecto a toda hora.

-En Río conducen rapidísimo, aunque siempre respetando las normas de tránsito.

-Son muy nacionalistas y la mayor parte de la mercancía que venden es de producción nacional.